La promesa de una Constitución nueva no frena la protesta en Chile
El debate constitucional -que se produce en medio de enormes movilizaciones que no han aflojado desde hace tres semanas- se instaló con fuerza desde el fin de semana, cuando el gobierno de Piñera «se abrió» a la propuesta de cambiar la actual Carta Magna, establecida en 1980, cuando fue promulgada por el entonces dictador en el poder en Chile, el general Augusto Pinochet.
«Nuestro camino no es la asamblea constituyente», descartó la ministra portavoz del gobierno, Karla Rubilar, al referirse a la propuesta de la oposición que plantea la realización de un plebiscito «de entrada» que consulte sobre si hay acuerdo para cambiar la constitución y sobre el mecanismo para hacerlo: dotar de facultades al Congreso, convocar a una Convención constitucional -que incluya a parlamentarios- o una asamblea constituyente, fórmula que suscita el mayor respaldo ciudadano.
El ministro del Interior, Gonzalo Blumel, ha defendido, durante los múltiples encuentros con todos los sectores políticos representados en el Congreso, en la necesidad de buscar un acuerdo sobre el camino que permita encauzar la discusión. «Tenemos que llegar a un acuerdo», ha afirmado, a pesar de que la tensión social está lejos de disminuir.
Más barricadas
De hecho, este martes, las ciudades chilenas amanecieron con calles, carreteras, autopistas y accesos cerrados por barricadas y piquetes de personas, en las horas previas a masivas movilizaciones, marchas y concentraciones en todo el país, que ha respondido al llamamiento de paro nacional convocado por un conjunto de organizaciones sociales reunidas en la llamada Mesa de Unidad Social.
A medida que avanzaba la mañana, el centro de Santiago comenzó a llenarse de manifestantes que llegaban en masivas columnas, en las que destacaban estudiantes, profesores, trabajadores de la salud, empleados del sector público, habitantes de la periferia, grupos feministas, ciclistas y de múltiples sectores sociales, en una ciudad que de a poco se fue quedando sin transporte pública.
Similar movilización mostraba las protestas en las grandes ciudades de regiones, sobre todo en el norte -donde se plegaron a la huelga los trabajadores del cobre-, en Valparaíso y San Antonio, donde se sumaron los portuarios y pescadores, y en las urbes del sur, en las que también se manifestaban organizaciones del pueblo mapuche. Los transportistas, principalmente los camiones de carga, bloquearon carreteras y autopistas, mientras el aeropuerto de Santiago operaba a una capacidad notoriamente menor que lo habitual.
Según estimaciones de medios de prensa, la paralización en todo el país podría llegar a un 70 por ciento, algo que no sucedía en Chile desde hacía décadas. Hasta el mediodía de este martes, no se producían choques significativos entre manifestantes y la policía.