Para los pol

Del compromiso genuino al cumplimiento pasivo

 

jose_nuez01.jpgSanto Domingo Este.-Unas de las definiciones del compromiso dice que: transforma una promesa en realidad. Lo han considerado como el fenómeno esencial para coordinar acciones con otros.

 

También dice Shearson Lehman, en unos escritos sobre el compromiso del Instituto de Capacitación del Coach, en su cuaderno No.32, que: el compromiso es la base para producir cualquier tipo de cambio. La clave de nuestros logros radica en la capacidad que poseemos en comprometernos a crear algo que no existía hasta ese momento.

 

James C. Selman, en la misma publicación citada en el párrafo anterior, considera sobre el compromiso lo siguiente: la capacidad de comprometernos  es probablemente el aspecto más destacable y constitutivo de nuestra existencia como seres humanos.

 

Otros han opinado que casi siempre, la falta de compromiso se debe a descuidos un tanto voluntarios, pero principalmente a la pereza, la comodidad, el egoísmo y la ignorancia, y especialmente al temor de ceder el o los espacios en los mandos de direcciones.

 

La persona comprometida es generosa, busca como dar más afecto, cariño, esfuerzo, bienestar…en otras palabras: va más allá de lo que supone en principio el deber contraído. Es feliz con lo que hace hasta el punto de no ver el compromiso como una carga, sino como el medio ideal para perfeccionar su persona a través del servicio a los demás.

 

Para el caso de los políticos o de los dirigentes de las organizaciones políticas, aquellos que sienten un compromiso genuino, puro, original, es decir, legítimo, las masificaciones en éstos (los partidos), fueron y son una desgracia, ya que las mismas  los excluyen, los hacen sentir inadaptados y casi nunca comprenden los cambios que se van generando frente a sus  propias narices.

 

La exclusión, el ignorarlos, hace en estos militantes políticos con un compromiso genuino estragos, ya que al quedar relegados se convierten en espectadores pasivos; no se pueden adaptar, pasan de ser comandantes a generales sin tropas en un primer momento y luego se convierten en generales pensionados.

 

En el escenario político nacional este fenómeno de las exclusiones de los dirigentes políticos se ha convertido en algo característico, se viene presentando desde hace un buen tiempo. Aquí vamos a mostrar dos ejemplos que tipifican estos hechos, a saber:

 

 En el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), los llamados Viejos Robles se han ido desapareciendo, y como su nombre lo dice: viejos, que en la práctica significa desactualizados; ya no los necesitan, no son útiles. Son una especie en extinción, y no precisamente por su desaparición física, sino por el desuso a que son sometidos.

 

Para los del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), estos hechos se evidencian en los que eran llamados Activistas Nacionales, ese formidable cuerpo de dirigentes, caracterizados por sus cualidades políticas más que por su cantidad, hoy reciben el nombre peyorativo de ex-activistas, es decir, que fueron algo y no los son. La gran mayoría de éstos están en una pasividad total: son utilizados en algunas coyunturas políticas especiales, pero luego vuelven a su rol indefinido en la organización, inclusive ya no aparecen con ningún rol formal en los estatutos partidarios.

 

 Donde esta situación les pone la tapa al pomo, es con relación a los ex diputados,  senadores y regidores, los sacan o no los toman en cuentas en los equipos de campañas de sus respectivos partidos, aún tengan un liderazgo y hayan salido de sus puestos electivos hace relativamente poco tiempo. De esta miopía política tampoco se escapan algunos dirigentes nacionales y medios de las organizaciones políticas, que también son empujados a pasar de un compromiso genuino al cumplimiento pasivo.

 

No los ponen a realizar ninguna labor proselitista, sólo con el único fin de que tengan menos oportunidades para ocupar un cargo de importancia en la nueva administración del Estado. Ese es el meollo del asunto.

 

Esta clase de dirigentes, de militantes, que es apartado de su accionar político, no tiende a irse de sus organizaciones. No, no; se convierten forzosamente en miembros pasivos, su compromiso genuino los circunscriben al doloroso hecho para ellos de convertirse en simples votantes, los llevan al cumplimiento pasivo.

 

Se alejan de las actividades políticas, o los alejan físicamente; mentalmente los sufren y pasan a convertirse en críticos privados porque jamás osan dañar su partido, prefieren el haraquiri; no fueron formados políticamente para buscar oportunidades, sino por una ideología, para un objetivo… Esos dirigentes corresponden a los tiempos de las formaciones ideológicas, les inculcaron valores políticos.

 

No forman parte de esta selva ni de este tigueraje político; ellos tienen otra formación, otras ideas, están protegidos por una coraza diferente.  

 

Si a nosotros nos correspondiera dirigir una campaña electoral, no escatimaríamos ningún tipo de esfuerzo en integrar a esta clase que dirige la han convertido en miembros  pasivos. Si son fieles, de confianza, genuinos y están dispuestos a asumir un compromiso de trabajo ¿Por qué no aprovecharlos?

 

Además  representan  un  número  significativo, con vasta experiencia y están abultados por

sus  dependientes, en una campaña que luce tan reñida, de ahí que su integración real al ruedo electoral sólo deja resultados positivos y hasta pueden ser la diferencia en el objetivo buscado:  El triunfo en las urnas.  

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